EL SANTO GRIAL DE LOS MANUSCRITOS
Cuentan las fuentes que los peregrinos en su penitencia hacia los Santos Lugares de Jerusalén, morían de insolación, sed y sobre todo víctimas de los bandoleros e infieles que robaban todas sus pertenencias. Si caían enfermos eran abandonados por sus atemorizados compañeros. Además de estos peligros, debían superar también el acecho de los animales salvajes, así como las lesiones y enfermedades contraídas durante su largo camino.
Ante estas amenazas, un grupo de 8 caballeros liderados por Hugues de Payens, juraron dedicar su vida a protegerlos. Para ello, hacia 1118 formaron una orden de caballería que combinaba la figura de monje con la del soldado para garantizar su misión, bajo el título: “Pobres Soldados de Cristo”. El rey de Jerusalén Balduino II, les donó un palacio dentro del recinto del antiguo Templo de Salomón y de ahí pasaron a denominarse del “Temple” o “Templarios”. Su hacer en un principio era libre hasta que en el Concilio de Troyes (año 1128), el papa Honorio II otorga la aprobación de la orden y su Regla Primitiva, redactada por Bernardo de Claraval en presencia del primer Gran Maestre de la Orden Hugues de Payens.
Muy pronto despertó un gran interés hasta el punto que fue atrayendo a personajes tan influyentes como el rey de Francia, el papado y gran número de benefactores que les proporcionaban alimentos, vestimenta, y hasta un subsidio anual. Comenzaron a extenderse por toda Europa donde se reclutaban continuamente nuevos miembros, ampliando a la vez su misión en otras vías de peregrinación como “El Camino de Santiago”.
Tal cuestión determinó su traducción al francés, pues Francia acogía en un principio el más importante contingente templario. Los numerosos artículos regulan la disciplina en su vida monacal, la vestimenta, las normas jerárquicas de la Orden, el número de sirvientes, caballos y escuderos a los que tenía derecho cada miembro, cómo acampar, la elección de Gran Maestre, la vida conventual en periodos de paz, la importancia del dictamen y la experiencia de los ancianos de la Orden… y un sin fin de artículos que fueron completando la Regla Primitiva. De éstos cabe destacar, la amplia relación de penitencias y las 9 infracciones por las que podía ser expulsado un caballero, así como el curioso capítulo de “Acogida”.
AUGE Y EXPANSIÓN
Los Templarios inspiraban confianza y se convirtieron en personajes claves que participaban en las más grandes decisiones políticas y en árbitros de las disputas locales. En el siglo XIII contaban con más de 15.000 miembros y poseían 9.000 castillos y fortalezas, pese a sus votos de castidad, pobreza y obediencia al servicio de la Cruz, que ostentaban en rojo sobre su pecho cubiertos por un manto blanco. La Orden del Temple consiguió tal poder, riquezas e influencia, que empezó a ser temida por los reyes. A finales del siglo XIII ya eran muchas las murmuraciones sobre su afán de poder político.
RECUPERANDO UN TESORO PERDIDO DE LA HISTORIA UNIVERSAL
El códice de “La Regla Primitiva del Temple” que presentamos, tiene un doble valor añadido. Se trata con seguridad del primer manuscrito traducido de la Antigua Regla Latina, custodiado en Los Archivos Departamentales de la Côte D’Or – Ms. H111 Dijon S. XIII– hasta la fatídica fecha de 1985 en la que se robó el valioso documento original. Gracias a la previsión de los archiveros, se ha conservado una única copia microfilmada con anterioridad a su expolio, donde se reproduce el texto íntegro, sus características y encuadernación. Partiendo de los microfilms en blanco y negro se han digitalizado en altísima resolución cada una de sus páginas, y a continuación se han analizado las densidades de niveles de grises de la imagen, lo que permite definir los valores colorimétricos posibles para cada área de color. Gracias a este proceso se ha dado vida y una fidelidad idéntica al original con una minuciosa técnica artesanal y artística similar a la que se realiza en las películas de blanco y negro que son llevadas al color, todo ello dirigido por un grupo de expertos en manuscritos medievales. Tras el convenio suscrito con Los Archivos Departamentales de la Côte D’Or, se ha realizado por vez primera la extraordinaria iniciativa de recuperar en edición facsímil, uno de los más valiosos tesoros de la historia medieval, resucitando la verdad que atesoraba la obra original, donde se refleja el principio de la más extraordinaria Orden Religiosa Militar que ha existido en todos los tiempos.